Se acaba una etapa. Barcelona, ciudad traviesa y apasionante,
me voy. Definitivamente.
El tiempo ha pasado vertiginosamente, el momento de despedida ha llegado.
No quiero volver a Francia ya. Esta
emoción me hace escribir sobre mi año de Erasmus en Barcelona. Las lagrimas a
flor de piel. O no. No es un momento para estar triste, sino para aprovechar
las últimas semanas que me quedan aquí, salir con mis amigos, volver a mis sitios
favoritos y visitar algunos que todavía no conozco. Llena de este espíritu
carpe diem, disfruto de lo que venga.
Barcelona,
La dejo aquí ciudad soleada y festiva,
Me voy hacia una vida estresante y cielos grises.
La quito ciudad de placeres excesivos,
Me voy hacia una vida “adulta” con responsabilidades.
No te dejo completamente ciudad acogedora,
No te dejo completamente ciudad acogedora,
Siempre estará conmigo.
No te quito totalmente de mi maleta ciudad bohemia,
Cuídate, volverá pronto.
Se van conmigo los recuerdos de tus espectáculos,
Los que siempre me pusieron los ojos brillantes de admiración.
En la maleta pongo mis nuevos amigos.
Los que están llenos de curiosidad y de imaginación.
Adéu,
Barcelona.
Maleta hecha, estoy lista para la vuelta a mi país, mi realidad.
En
conclusión, sí que la vida es un viaje. Un viaje hacia el conocimiento de sí
mismo y de su entorno. Después de diez meses en Barcelona me siento diferente: menos
estresada, más tolerante, más equilibrada. Barcelona no me ha cambiado mucho
pero mis experiencias aquí me han enseñado algo sobre mi persona y las
relaciones que puedo tener con los otros. Erasmus es un tiempo tanto de locura
como de tranquilidad, de aprendizaje como de tontería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario