El viajar es como una droga para los jóvenes, un lujo para los mayores y una obligación para los ancianos.

Para los jóvenes viajar es fascinante y emocionante porque cuando eres joven tienes energía y ganas de ver los países del mundo, además todo es nuevo e interesante. Sin embargo, para los mayores viajar se convierte en un lujo porque tienen más responsabilidades tales como los niños y las hipotecas. También es un lujo porque tienen trabajos entonces no tienen la oportunidad de viajar mucho. Para los ancianos viajar es una obligación porque cuando eres jubilado tienes más tiempo para visitar nuevas destinaciones y es importante hacerlo en la última etapa de la vida.

Cuando empiece a hacer mi maleta para volver a Inglaterra tendré que buscar en mi habitación todas mis pertenencias que he recogido durante el año, y determinar lo que quiero llevar a casa conmigo y lo que ya no es útil. No obstante, junto con las cosas físicas que voy a poner en mi maleta, sin duda se llevaré una variedad de emociones a casa conmigo.

Será muy triste dejar los buenos amigos que he hecho durante mi tiempo aquí, los días de calor en la playa, las noches cálidas sentadas en la terraza de un bar con una bebida refrescante, y las fiestas e impresionantes costumbres de Cataluña. Sin embargo, quitaré con mucho gusto los carteristas de La Rambla, la gente que camina tan lento como si tuviera todo el tiempo del mundo, la sensación incómoda de ser una extranjera, y el peor de todo, los 9 meses de estrés continuo para conseguir 60 créditos y sacar buenas notas.

Después de todo, como me paso en el avión se van conmigo todas las memorias buenas en mi corazón. Y me quedaré con la alegría de vivir de los españoles. El viaje ha sido largo y desafiante con muchos baches, y a veces parecía imposible llevar lo a cabo, pero al final ha sido muy gratificante.