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miércoles, 13 de junio de 2012

Rincones con encanto


Siempre que necesito un tiempo para pensar, corro. En toda mi vida, continuamente me dijeron que no se debe huir de sus problemas; pero a veces esto parece ser la solución, (aunque solo sea por un momento). No sé si es el acto físico de fugarse que me aleja de mis problemas, o si son los pensamientos que ocurren en mi cabeza mientras corro que me ayudan a solucionarlos. Quizás sea una combinación de los dos; pero lo que sea, siempre funciona. Cuando corro, siempre tengo el mismo destino: la playa. No importa cuál. Lo importante es tocar el agua y regresar a correr. Es como si la vida fuera un juego, y la ola un botón de reinicio. Por eso, creo que mi lugar favorito de Barcelona, es mi ruta de carrera.

Cuando corro, siempre es de noche. Creo que el motivo para eso es que normalmente es durante esta parte del día que mis problemas parecen ser mil veces mayores de que realmente son. Cuando corro, siento el viento en mi cara y el suelo bajo mis pies. El movimiento balancea mi cabello de lado a lado y los audífonos en mis oídos me permiten centrarme en el mundo que me rodea, como una espectadora de una tira de acontecimientos, dónde mientras corro, cambian; y los observo como si fueran una película.

Explicaré en más detalle por qué la ruta de carrera es tan importante para mí. Las imágenes y series de eventos que veo ocurrir a mi alrededor mientras corro, me hacen pensar en mi propia vida. Me doy cuenta del mendigo que duerme en el suelo en la caja de cartón. Me siento triste y casi avergonzada de mirarlo. Intento imaginar lo que debe haber pasado para que él esté allí. Asumo que no tiene amigos, ni tampoco familia. Ahora, recuerdo por qué estoy corriendo; vivo lejos, y echo de menos a mi familia. Pienso otra vez en el mendigo que ahora está fuera de mi vista, y me siento agradecida por lo que tengo. Imagino la noche estrellada antes de mudar de país con mis padres, cuando sentados juntos en un banco en el balcón de la casa de la playa, mi abuelo me explicó que el mundo entero está bañado por las mismas aguas, y que por eso, no importa dónde estés, el agua nos une, y te trae de vuelta a casa.

Finalmente, llego a la playa y me siento segura otra vez. Paro y miro: la sabana negra arrugada susurra dulcemente. Sé  por qué estoy aquí. Pongo mi mano en el agua. Está fría, pero la siento pasar entre mis dedos, como si tuviese cogiendo mi mano, y recuerdo: estoy cerca de casa. Sonrío, me doy la vuelta, y sigo corriendo.  


1 comentario:

  1. Me gusta este texto porque es muy poético. Está rico de varias palabras interesantes, también parece que a tí te encanta usar las metáforas. Además, el texto parece personal, hablas sobre tus sentimientos y piensas sobre la vida salida mal de un mendigo - son temas profundos. Bien escrito!

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